lunes, 11 de agosto de 2014

Fray Clodovis Boff: sólo es posible una Teología de la Liberación bajo la condición de comenzar y terminar en el horizonte de la fe


Natasha Pitts
Adital
 
Ya hace algún tiempo que se habla sobre una crisis de la Teología de la Liberación (TdL), corriente teológica fundada hace 42 años, que se caracteriza por una opción preferencial por los pobres y por la lucha por la justicia social. En palabras de Fray Clodovis Boff –religioso de la orden de los Siervos de María, que junto con su hermano más famoso, Leonardo Boff, fue uno de los principales teólogos de la TdL–, ese modo de teologizar "dio lo que tenía que dar”, o sea, concientizó a la Iglesia sobre la opción preferencial por los pobres, sin embargo, "no tiene más futuro dentro de la iglesia” y por eso está perdiendo cada vez más espacio dentro de ella.


Incluso habiendo participado de la fundación de la TdL, Frei Clodovis asegura que ya tenía sus reservas en virtud de la falta de rigor teórico y de la priorización "de lo político a expensas de la fe”. Con el paso de los años, viendo que esa prioridad no cambiaba, sino que se afirmaba cada vez más, decidió manifestar sus críticas. Hoy, el religioso defiende que desapareciendo en el caudal mayor de la teología cristiana, la Teología de la Liberación cumple su misión histórica. ADITALconversó con Fray Clodovis sobre el asunto. Lea la primera de una serie especial de entrevistas que seránpublicadas todos los viernes por Adital.







Cuarenta y dos años después, ¿todavía vive la Teología de la Liberación? ¿Todavía tiene sentido en los días actuales?

Fray Clodovis N. Boff - Sí, hay teólogos de la liberación que se reúnen y escriben. Pero su declinación como tendencia aparte es innegable. A mi modo de ver, la Teología de la Liberación "prescribió” históricamente. Dio lo que tenía que dar: concientizar a la Iglesia sobre la opción preferencial por los pobres. Ahora, eso fue fundamentalmente incorporado, sin más discusión, por el discurso normal de la Iglesia. Así, la corriente liberacionista reentra, finalmente, en la gran corriente de la teología católica o universal, reforzando y actualizando aquello que fue siempre una riqueza de la Iglesia: el amor preferencial por los sufrientes de todo tipo. La Teología de la Liberación podría hasta permanecer como un espécimen de la llamada "teología de lo genitivo”, teología necesariamente parcial, como cuando se habla de la "teología de la gracia”, de la "teología del casamiento” o incluso de la "teología de San Pablo”. Esas teologías particulares son sólo tematizaciones de un aspecto de la fe. Fue en ese sentido, como teología parcial, sintonizada con el todo de la fe, que la Teología de la Liberación fue declarada por Juan Pablo II, en la Carta la los Obispos de Brasil (09/04/1986), como "oportuna, útil y necesaria” (n. 5). Pero mientras la Teología de la Liberación pretenda ser una teología completa, no tiene futuro dentro de la Iglesia. De hecho, va perdiendo cada vez más espacio dentro de ella. 


"Se quiere mostrar aquí que la Teología de la Liberación comenzó bien, pero, debido a su ambigüedad epistemológica, acabó desencaminándose: puso a los pobres en el lugar de Cristo. De esa inversión de fondo resultó un segundo equívoco: instrumentalización de la fe "para” la liberación. Errores fatales, por comprometer los buenos frutos de esta oportuna teología” (artículo de 16.8.2008). 

¿En qué momento y por qué usted se convirtió en uno de los grandes críticos de la Teología de la Liberación? 

Fr. Clodovis N. Boff - Desde siempre tuve reservas en relación con la Teología de la Liberación, ya sea por causa de su falta de rigor teórico, ya sea debido a su propensión ideológica: la de priorizar lo político a expensas de la fe. Aunque en mi tesis doctoral "Teología y práctica” publicada hace más de 40 años (Voces, 1978), yo ya hubiera establecido claramente la prioridad de la fe sobre la política (especialmente en la II Políticamente, cap. I), imaginé que la prioridad conferida a lo político fuera algo transitorio, sea por el urgentismo social, que se vivía en aquellos tiempos difíciles (dictadura y capitalismo salvaje), sea por mostrarse como una enfermedad infantil, normal para todo movimiento histórico nuevo. Pero cuando, con el paso del tiempo, me fui dando cuenta de que, desgraciadamente, aquella prioridad, en vez de refluir, se iba afirmando cada vez más, con grave daño para la identidad de la fe, la misión propia de la Iglesia y el destino último del ser humano, decidí entonces explicitar, sin tapujos, mis críticas.



¿En qué puntos hay divergencias entre los teólogos de la TdL?

Fr. Clodovis N. Boff - Las divergencias no son de poca importancia sino fundamentales, tocando los principios mismos de la fe. ¿Quién es Señor de la Iglesia? ¿Quién ocupa sus pensamientos? ¿Cristo o los pobres? Si decimos: Cristo, está garantizado, en principio, que los pobres tendrán en la Iglesia su "lugar eminente”, para hablar como Bossuet. Pero si decimos: los pobres, entonces Cristo puede ser fácilmente despedido de la sociedad y de la vida, como ocurrió con el marxismo.


En algunos textos usted habla de desgaste y crisis de la TdL. ¿Cómo ese "modo de teologizar” puede enfrentar la crisis y seguir fuerte?

Fr. Clodovis N. Boff - Como dije arriba, paradójicamente, desapareciendo en el caudal mayor de la teología cristiana, la Teología de la Liberación cumple su misión histórica. Es como el terrón de azúcar, que sólo existe para disolverse en el café: continuará ahí presente, endulzando todo el café, pero invisible. O, en una metáfora más bíblica, es como Juan Batista dijo: "Importa que Él crezca y yo disminuya”, al contrario de los judíos que, llamados a acoger al Mesías, se negaron a ser aquello en lo que deberían convertirse. Deberían haber hecho como Saulo, que sólo cumplió su destino convirtiéndose en Pablo. Tal también debería ser el término final de la Teología de la Liberación: convertirse en teología cristiana sin más, después de haber contribuido a su enriquecimiento.


Los teólogos de la liberación están envejeciendo, ¿usted cree en una renovación?

Fr. Clodovis N. Boff - Cuando se leen las producciones actuales de los llamados "teólogos de la liberación”, se nota que el discurso se repite ad nauseam. Son "variaciones sobre el mismo tema”: los pobres socioeconómicos y su liberación social. Insisto: sólo es posible una Teología de la Liberación, como cualquier otra especie de teología, bajo la condición de comenzar y también terminar en el horizonte transcendente de la fe. Fuera de esto, la Teología de la Liberación sólo producirá "más de lo mismo”. Y, así como el Papa Francisco suele decir que una Iglesia sin la fe incondicional en Cristo es una "ONG piadosa”, así también una Teología de la Liberación (o cualquier otra), sin esa misma fe principal en Cristo, es una ideología religiosa, compitiendo o colaborando con otras ideologías. Se hace, con esto, cada vez más irrelevante, pues el mundo actual está cansado de ideologías. 


La apertura que el Papa Francisco viene dando a teólogos de la TdL, ¿puede ayudar a revigorizarla?

Fr. Clodovis N. Boff - El discurso y, más aún, el ejemplo del Papa actual podría servir de ejemplo para un cristianismo que no necesite de ideología, incluso bajo un rótulo teológico, para ocuparse en serio de los pobres. La Teología de la Liberación sólo puede revigorizarse dentro de la Iglesia, en el seno de su pluralismo teológico, a título, por lo tanto, de una teología particular.


¿Cómo han trabajado y cómo deberían pensar los teólogos de la liberación cuestiones polémicas como el aborto, la diversidad (unión homoafectiva) y la participación de la mujer en la iglesia?

Fr. Clodovis N. Boff - Como para la cuestión del pobre, central en la Teología de la Liberación, todas esas otras cuestiones deben ser tratadas por cualquier teólogo a partir de los principios perennes de la fe. Pero, es claro –y ésta es la función propia del teólogo en la Iglesia–, esos principios deben ser bien comprendidos y puestos en confrontación con la experiencia de la historia, que tiene mucho que enseñar a la Iglesia, como reconoce el Vaticano II en la Gaudium et Spes (cf. GS 44).


Y en el caso de la Iglesia Católica, ¿cuáles son sus desafíos actuales ante tantas demandas sociales, políticas y económicas?

Fr. Clodovis N. Boff - Ciertamente, la Iglesia ya está haciendo mucho en el campo social, y deberá hacer más. Pero es preciso que quede claro: no es ésa la misión originaria, "propia” de la Iglesia, como repite expresamente el Vaticano II (cf. GS 42,2; y también 40,2-3 y 45,1). La misión social es una misión segunda, aunque derivada, necesariamente de la primera, que es de naturaleza "religiosa”. Esta lección nunca fue bien comprendida por el pensamiento laico. Fueron los Iluministas los que querían reducir la misión de la Iglesia a la mera función social. De ahí que hayan cometido el delito, inclusive cultural, de destruir célebres monasterios y prohibido la existencia de órdenes religiosas, por creer que todo eso era algo completamente inútil, mentalidad ésta todavía fuerte en la sociedad y hasta inclusive dentro de la Iglesia. Ahora, si preguntamos: ¿Cuál es el mayor desafío de la Iglesia? Debemos responder: Es el mayor desafío del hombre: el sentido de su vida. Ésta es una cuestión que trasciende tanto a las sociedades como a los tiempos. Es una cuestión eterna, que sin embargo hoy, en los posmodernos, se hizo particularmente angustiante y generalizada. Es, en primerísimo lugar, a esta cuestión, profundamente existencial y hoy caracterizadamente cultural, que la Iglesia debe responder, como, por otro lado, todas las religiones, pues son ellas, a partir de su esencia, las "especialistas del sentido”. Quien no vio la gravedad de este desafío, al mismo tiempo existencial e histórico, e insiste en ver en la cuestión social "la gran cuestión”, está "desantenado” (sin antena) no sólo de la teología, sino también de la historia.


Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com

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