sábado, 17 de agosto de 2013

João Batista Libanio: “Tenemos que animar a los jóvenes a que su compromiso en la Iglesia sea duradero”



Loup Besmond de Senneville
La Croix,  agosto 2013

Para el padre João Batista Libanio, escritor y profesor de teología en la facultad jesuita de Belo Horizonte (Brasil), autor de una cuarentena de libros, la iglesia brasileña debe aprovechar la oportunidad de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) para renovar su pastoral.

Las Jornadas Mundiales de la Juventud quedarán oficialmente abiertas mañana por el arzobispo de Río, monseñor Orani Tempesta. ¿Cuáles son los retos de este acontecimiento? 


João Batista Libanio: La Iglesia brasileña tendría que aprovechar este acontecimiento para renovar su pastoral con los jóvenes. A pesar de la opción por los jóvenes, aprobada en la Conferencia de Puebla, ésta no acaba de funcionar muy bien. En mi parroquia, por ejemplo, la gran mayoría de ellos se compromete con algunas actividades, como la coral, pero tienen dificultades para ir un poco más lejos. Prefieren las acciones puntuales, tienen dificultades para asumir compromisos de larga duración. La cultura posmoderna hace muy atractivo todo lo que sea lúdico. Los que realmente se movilizan pertenecen, en la gran mayoría de las ocasiones, a movimientos de iglesia tales como los Focolares, el Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación o, incluso, los Heraldos del Evangelio (escisión de la organización Tradición, Familia y Propiedad). Las JMJ tendrían que alentar a los jóvenes a comprometerse con seriedad y de forma estable en la vida de la iglesia.

Pero, además, este acontecimiento es también un reto para el conjunto de los jóvenes brasileños. Las manifestaciones a las que estamos asistiendo desde principios de junio evidencian que sus expectativas son inmensas. Esta especie de Mayo del 68 brasileño ¿va a tener alguna influencia en la visita del Papa? ¿Cómo reaccionarán los jóvenes ante Francisco? El tenor político de estas manifestaciones ¿va a cambiar con la visita del Papa?

El gran avance de los evangélicos ¿hace peligrar el futuro de la iglesia católica en Brasil? 

J. B. L.: Según creo, dos son los factores del exilio de los católicos hacia las iglesias evangélicas. El primero de ellos tiene que ver con la naturaleza misma de los ministerios ordenados en la iglesia. Los neo-pentecostalistas cuentan con una cantidad increíble de pastores, a los que forman muy rápidamente y en abundancia. Así pueden asegurar su presencia sobre el terreno, mientras que los sacerdotes católicos son demasiado pocos para hacer lo mismo.

En segundo lugar, los evangélicos dan respuestas inmediatas a los problemas de la vida diaria, bendiciendo y prometiendo curaciones y milagros. En el mundo católico, los carismáticos presentan un perfil parecido, pero están escasamente presentes entre las capas populares.

Las JMJ ¿pueden poner fin a la fractura ideológica entre “progresistas” y “conservadores” en la iglesia brasileña? 

J. B. L.: No me parece pertinente hablar de semejante fractura en la actualidad. Desde hace mucho tiempo, la iglesia está implicada en la defensa de los derechos humanos. Lo que aquí se cuestiona no es la teología de la liberación, sino una teología pastoral aceptada por todos. El Papa podría insistir en la importancia de esta pastoral social de la iglesia, y quizás también en la relevancia de las comunidades eclesiales de base. Ya no son tan florecientes como antes, pero siguen existiendo: hay programado un encuentro nacional para el 2014 en Crato, en el nordeste del país.

¿Qué consecuencias puede tener para Brasil la presencia del papa Francisco? 

J. B. L.: Es probable que el papa Francisco quiera llamar la atención sobre la situación del pueblo y de los más pobres. Eso sería una ayuda considerable para alentar la pastoral popular. En lo que concierne a los jóvenes, el impacto inmediato será fuerte pero sus efectos podrían disiparse muy rápidamente. Si se quiere que la visita de Francisco produzca resultados duraderos, hace falta emprender un trabajo permanente y constante con la juventud, algo que no sucede en la actualidad.

Sin duda, el Papa llamará a los jóvenes a que se impliquen más en la vida de la iglesia. Pero la rigidez de nuestras estructuras eclesiales, demasiado centralizadas, amenazan la vitalidad que pueda activarse estos días. Si no tenemos cuidado, las JMJ corren el riesgo de limitarse a ser –al menos, en Brasil- un acontecimiento maravilloso, pero superficial.

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