lunes, 22 de abril de 2013

Huelga en la Catedral 02

El señor diácono secretario personal de monseñor comenzó su rutinaria tarea en el despacho curial. Tras sus rezos a San Lorenzo, diácono y mártir, abrió el ordenador para repasar la agenda y rastrear la red en busca de comentarios y citas sobre el titular de la diócesis y la realidad eclesial. No terminaba de fiarse del resumen de prensa de la Delegación de Medios de Comunicación Social.
         No pudo ocultar su desagrado. Gracias a Dios los pasillos de la Curia cada vez estaban menos visitados, y a esas horas estaba solo. Puedo desahogar su contrariedad sin testigos.

        La página web digital, aquella que Munilla recomendaba  a sus curas no visitar, se hacía eco de la noticia: “Huelga en la Catedral de Bilbao”. Cientos o miles de curas, diáconos y laicos de medio mundo sabían ya el problema iniciado en Bilbao y la protesta de los diáconos permanentes. Seguro que mucha gente se unía solidariamente a sus peticiones. ¿Pero era bueno saltar a la red? Tecleó otra dirección y respiro aliviado: “Menos mal que los del txoko de curas no traen la noticia. Siempre andan tarde”.

 
         Ágil y dinámico, el diácono secretario marcó un número privado en su celular. Quería hablar con el líder de los diáconos. El correo electrónico no era lo ideal, podía filtrarse. Al tercer timbrazo respondió el interesado.  La conversación fue breve, no en vano una larga amistad unía a ambos diáconos. La huelga no podía ocultarse pero había que explicar muy bien sus razones para no dejarse manipular. No se podía reducir a un  asunto como el de ponerse o no de rodillas los diáconos durante la plegaria eucarística en las celebraciones dela Catedral.
         En segundo lugar había que crear un cortafuego para que el problema no afectara al señor Obispo, la medida no iba en ningún modo encaminada contra él, ni mucho menos.  Los responsables eran conocidos, tenían nombre, rostro y cargo en la diócesis. 
         Si el tema no se manejaba bien no faltaría algún periodista analista, como P.V. por ejemplo, que utilizara el dato para poner en duda la comunión eclesial. Lo mejor era hablar directa y personalmente con el titular de la sede, y nadie mejor, para tan delicada tarea, que el secretario personal.
         Solo había un pequeño problema. El titular estaba en Donostia impartiendo una charla sobre La verdad del amor humano con motivo de la Semana Vocacional, invitado por Monseñor Munilla. La conversación fue por teléfono, entre la charla y el almuerzo que estaba anunciado en el Hotel María Cristina, un clásico de cinco estrellas en la capital del Norte: “Monseñor, queremos explicarle en persona los motivos de la huelga en la Catedral” –comentó el diácono secretario personal. “¿Huelga? ¿Qué huelga?” –se sorprendió el ordinario de Bilbao.  “En la Catedral de San Sebastián?” –preguntó. “No. En la de Bilbao” -le explicó el diácono con suma paciencia.
         Continuará…
Juan San Sebastián

NOTA: Resulta útil (e inútil al mismo tiempo) repetir que lugares y nombres son resultado de la invención. Y a quien pudiera quejarse de alguna coincidencia, le recuerdo que la vida misma (muy superior, en cuanto a invención, a la fantasía) no es más que una pura coincidencia

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