martes, 29 de enero de 2013

La evangelizacion en el mundo

Agustín Cabré R.
El Catalejo del Pepe


En el último Sínodo de obispos convocado por el Papa Benedicto para tratar acerca de la evangelización cristiana en el mundo, levantó la voz el patriarca de los Greco-melquitas, Gregorio III, y dijo una verdad del porte del mundo; la expresión de nuestra fe es demasiado complicada, señaló. Y puso ejemplos; los judíos sintetizan su anuncio de fe en el Shemá; “escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno”.

Los musulmanes lo sintetizan también en una frase; “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”.




Y con ambos enunciados, los judíos se han sabido organizar para mantener su fe monoteísta y a la vez multiplicar las entradas comerciales, y los musulmanes para convencer al mundo de su verdad aunque muchas veces fuera a punta de cimitarras.

 
Los católicos también tenemos una síntesis de nuestra fe para invitar a las gentes a creer en el Mensaje de Jesús; se llama “el Credo nicenoconstatinopolitano”. ¿Será posible? Sí, lo es, porque con motivo del año de la Fe y siguiendo borregamente las indicaciones romanas, las parroquias, capillas y centros de culto se han llenado de afiches, desplegables, pancartas, volantes, carteles, pendones, letreros y hasta pasquines, con el famoso credo niceconstantinopolitano. A ver: dígalo rápidamente de una sola vez. Bueno, si el título es un galimatías, el texto, largo y pesado es peor.

Seguramente lo entendieron los que lo crearon, allá en los años de maricastaña. O quizá, tampoco. Porque no se trata de entender sino de creer. Pero creer tantos dogmas y enunciados teológicos en una síntesis apretada de asuntos doctrinalmente correctos pero prácticamente inútiles, es un problema.

 
No sé por qué desde Roma los monseñores y el Papa Benedicto impusieron esto. Quizá sea porque allá viven en el medioevo. En esta misma línea está el empeño de resucitar el latín para el culto litúrgico.

 
El pueblo, todos nosotros, necesitamos proclamar nuestra fe con palabras de hoy, con un enunciado breve y potente, con un lenguaje claro y sencillo que no se haga líos con posibles desviamientos doctrinales. Hoy día no hay ningún peligro que los cristianos se dediquen a crear herejías. No nos interesa ni hace falta.

 
Es una verdadera lástima que un buen proyecto, como declarar un Año de la Fe para revivir lo mejor de nuestra filiación con Dios y nuestra fraternidad con la gente, con el mundo, con la vida, se pierda en estas declaraciones doctrinales de teología que nadie niega porque no despiertan interés ni curiosidad.

 
En las palabras atribuidas a Jesús en los Evangelios hay buen material breve, sintético, expresivo, categórico, que resume nuestra fe. ¿Hagamos una prueba de proponer la que nos parezca más indicativa?

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