lunes, 16 de enero de 2012

S. GALILEA Y A. PAOLI SOBRE EL DOMINGO 3º DEL T. O. (B)

 
El cristiano comprometido
en el "cambio" del mundo
 (Mc 1, 14-20)

En algunos cantos religiosos, se canta que "nuestro país se salvará por el Espíritu Santo"... O algo parecido. ¿Pero cómo se salvará? ¿Habrá un milagro? Porque si estamos con los brazos cruzados, ni nuestro país ni América Latina se salvarán...


¿Qué quiere decir salvarse? Salvarse no quiere decir sólo salvar el alma, ir al cielo, y sólo eso. Salvación es también que no exista más un mundo de injusticia, que no existan contrastes ofensivos, que no haya algunos que tienen mucho y otros que no tienen nada. El reino de Dios debe comenzar aquí y continuar en el más allá. No hay esta vida y la otra vida; existe una sola vida que se prolonga hasta el fin de los tiempos, aun­que de modo diverso. (Puebla 228).

Los cristianos hablamos siempre del reino de Dios, de un gran cambio en el mundo, pero el tiempo pasa y no vemos nada. Ciertamente es muy difícil ver grandes cambios en el mundo. Se hacen pero de manera muy lenta. A veces nuestro compromiso cristiano es limitado, pero pensemos un poco en aquellos que lo dejan todo y se entregan con el riesgo de dar su vida; en los que pasan años en las misiones, en el exilio, o injustamente en la cárcel, por defender la justicia. Estas personas que saben mirar hacia adelante, soportando el sufrimiento de ver pasar el tiempo inútilmente, mantienen la esperanza en una liberación cristiana. Estas personas que tienen fe y esperanza con su inspiración mueven el mundo, y en una perspec­tiva redentora, en el fondo son los que aportan a la liberación y llevan a muchos hacia Dios. Porque si el encuentro con Dios es el punto final, la estación terminal, aquellos que miran hacia adelante son los que hacen an­dar a la humanidad hacia Dios.

El mundo se salvará si nosotros nos entregamos y afirmamos las oca­siones de dar un paso hacia la justicia y la fraternidad. Hay otro canto popular religioso en que decimos: "Viendo tanta cosa errada, uno se desanima, pero el que tiene fe sabe que está con Cristo, y recupera ha esperanza y la fuerza para luchar"... Es importante que los cantos de la Iglesia nos ayuden a esperar y a luchar. (Puebla 947). Antes algunos cantos nos llevaban sólo a mirar el cielo, pero mirando el cielo el mundo iba siem­pre peor. Hoy los cantos nos ayudan más, porque nos hacen ver que si­guiendo a Cristo hacemos un mundo más fraterno.

En la Biblia se hace siempre una diferencia entre los hombres del pre­sente, aquellos que dicen: gocemos de aquello que tenemos; tratemos de explotar lo más posible aquello que nos ofrece el día de hoy. Y aquellos que en cambio, sin dejar pasar aquello que tienen que hacer hoy, están dispuestos a hacer renuncias, a dejar cosas y aun la vida, porque tienen delante de sus ojos la esperanza en un mundo mejor. San Pablo los describe como "aquellos que usan el mundo como si no lo usasen".


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